Hoy - Paris, Texas
“Corrí, corrí hasta que no quedó rastro de ese hombre”. Una frase tan desgarradora como sincera explota en la pantalla cuando Travis la menciona 20 minutos antes que termine la película.
Paris Texas es la película consagratoria de Wim Wenders. Ganadora de la palma en Cannes hace ya 24 años, este director alemán movió cabezas como Giordano con películas como Alicia en las Ciudades o la excelente El Amigo Americano. A partir de ahí, el director alemán cayó en picada (eso sí, pasó por la Argentina para filmar unos comerciales).
Guionada por el mismísimo Sam Shepard, Paris-Texas es LA Road movie por excelencia. Lo que en Buscando mi Destino (otra de las pelis de carreteras infernales) se ahoga en búsqueda de alcohol, drogas y música, Wim Wenders encuentra las bases del mismísimo existencialismo para mostrarnos una de las mejores y más sensibles historias que se hayan visto en la pantalla grande.
Travis se desmaya en el desierto. Hasta ahí, no sabemos quién es ni que hace allí. Su hermano acude a su búsqueda. A partir de ahí, empezamos a saber cosas de él: que desapareció durante cuatro años, que tiene un hijo y que fue abandonado por su mujer. El correr de los minutos nos harán entender que su hijo no lo reconoce, y que los rastros de su mujer son poco claros. Pero irá en busca de su destino, aunque esto signifique que choque con él.
La historia se convertirá en un relato de naufragio: tan simple como digno. La performance de Harry Dean Stanton en la piel de Travis (la banda inglesa eligió su nombre por esta película) es demoledora.
Con un buen acompañamiento, la guitarra de Ry Cooder (productor de la Buena Vista Social Club y guitarrero de ley) tiñe la excelente fotografía con rasgueos de guitarra que nos hace pensar que el desierto está acá nomás, a pasitos de nuestro televisor. O que la vida es una carretera (una versión remixada de Calderón de la Barca ¿no?).
La película deja más incógnitas que certezas. Lo que no quedan dudas es por qué el amigo Kurt Cobain, eligió esta película como la mejor que vio en su vida.
“Para un alma sensible, dale una película sensible”. Paris, Texas. Tan lejos, tan cerca.
“Corrí, corrí hasta que no quedó rastro de ese hombre”. Una frase tan desgarradora como sincera explota en la pantalla cuando Travis la menciona 20 minutos antes que termine la película.
Paris Texas es la película consagratoria de Wim Wenders. Ganadora de la palma en Cannes hace ya 24 años, este director alemán movió cabezas como Giordano con películas como Alicia en las Ciudades o la excelente El Amigo Americano. A partir de ahí, el director alemán cayó en picada (eso sí, pasó por la Argentina para filmar unos comerciales).
Guionada por el mismísimo Sam Shepard, Paris-Texas es LA Road movie por excelencia. Lo que en Buscando mi Destino (otra de las pelis de carreteras infernales) se ahoga en búsqueda de alcohol, drogas y música, Wim Wenders encuentra las bases del mismísimo existencialismo para mostrarnos una de las mejores y más sensibles historias que se hayan visto en la pantalla grande.
Travis se desmaya en el desierto. Hasta ahí, no sabemos quién es ni que hace allí. Su hermano acude a su búsqueda. A partir de ahí, empezamos a saber cosas de él: que desapareció durante cuatro años, que tiene un hijo y que fue abandonado por su mujer. El correr de los minutos nos harán entender que su hijo no lo reconoce, y que los rastros de su mujer son poco claros. Pero irá en busca de su destino, aunque esto signifique que choque con él.
La historia se convertirá en un relato de naufragio: tan simple como digno. La performance de Harry Dean Stanton en la piel de Travis (la banda inglesa eligió su nombre por esta película) es demoledora.
Con un buen acompañamiento, la guitarra de Ry Cooder (productor de la Buena Vista Social Club y guitarrero de ley) tiñe la excelente fotografía con rasgueos de guitarra que nos hace pensar que el desierto está acá nomás, a pasitos de nuestro televisor. O que la vida es una carretera (una versión remixada de Calderón de la Barca ¿no?).
La película deja más incógnitas que certezas. Lo que no quedan dudas es por qué el amigo Kurt Cobain, eligió esta película como la mejor que vio en su vida.
“Para un alma sensible, dale una película sensible”. Paris, Texas. Tan lejos, tan cerca.
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